Hemos descubierto dos de las
grandes enfermedades que azotan la Riviera Maya… La primera es que este lugar
te atrapa: nada que hacer mas que comer, beber y descansar. La segunda la hemos
bautizado como síndrome de los culos que se comen los bikinis (y en ocasiones
hasta bañadores), no siempre con la misma fortuna respecto al resultado, por
cierto.
Paco se levanta temprano para ir
a correr. A su vuelta, desayunamos y vamos a la piscina. Elba se anima a hacer
aquagym y después un poco de playa. Comemos y nos damos una ducha para ir a
Playa del Carmen pueblo.
No timan 70 pesos por sólo salir
del complejo, ya que la calle principal (llamada Quinta Avenida) está justo en
una de las salidas del complejo.
¿Qué decir de ese sitio? Pues un
Salou en el Caribe. Lleno de tiendas, grandes almacenes para gringos. De hecho
los precios están en dólares… Encontramos una plaza agradable, paseamos un poco
por la playa, presenciamos dos bodas y volvemos al hotel. Esta vez caminando,
un rato por la calle y otro por la playa, ahora que está bastante tranquila.
Hoy para cenar, Mexicano. Por
supuesto tequilita para conciliar el sueño, y a preparar la mochila, ya que
desafortunadamente, mañana es nuestro último día de viaje.
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