Siete de la mañana suena el despertador… Desayunamos unos
huevos mexicanos y otros rancheros, con un par de capuchinos y nos ponemos en
marcha. El taxi ya nos espera en la puerta de nuestro hotel.
Nuestra idea era visitar Tulum a primera hora, y después ir
en barca para ver las vistas desde el mar y hacer un poco de snorkel sobre el
arrecife de coral. Sin embargo, al hablar con el taxista, decidimos cambiar el
orden y hacer primero el recorrido en barco.
Tras una pequeña espera para que abriese el chiringuito de
las barcas, nos ponemos en marcha. Ninguna otra barca por el mar, y apenas
media docena de personas dejándose ver por la playa. Nos acercan a las ruinas
que vistas desde el mar resultan si cabe, más espectaculares y después… Al agua
patos.
Pese a la primera mala experiencia de Paco en alta mar, se
anima a hacer un segundo intento, llamadlo cabezonería, afán de superación o
falta de talento… El caso es que esta vez, los dos disfrutamos muchísimo viendo
corales, y peces. ¡La experiencia es genial! Aunque hoy es Elba la que al final
se marea un poco…
Una vez en tierra llegamos a las ruinas. Desafortunadamente,
pese a lo espectaculares que son, al ser bastante pequeñas, comparadas con
otras que hemos visto, es imposible no coincidir con cientos de turistas, de
estos como nosotros, pero más pesados…
Hacemos un recorrido bastante completo, eso sí, a nuestro
aire, y volvemos al taxi.
Paramos en el Oxxo para comprar un poco de agua y algo de
comer, y al cabo de menos de una hora
llegamos a Cobá.
Hace mucho calor, sin embargo y por suerte, todos los
accesos a las ruinas en Cobá, están cubiertos de vegetación, por lo que el
paseo entre unas y otras resulta bastante llevadero. Lo que hace diferente a
Cobá de otros grupos de ruinas, es: uno, que no está excesivamente restaurada y
eso le da un toque menos artificial; y dos, que se puede ascender a su pirámide
principal de más de 40 metros de alto, y que se levanta por encima de toda la vegetación
de la zona, dejando ver alguna de las otras ruinas y la laguna de Cobá.
Terminamos bastante cansados y acalorados, así que ¿qué es
lo mejor que podemos hacer? Sí, habéis acertado. Terminar la tarde en un
cenote. Esta vez el Tankach- Ha. Y como no, diferente a los anteriores. La
única abertura es el acceso al mismo, por lo que estamos metidos en una “cueva”
con estalactitas y agua, mucha agua.
A la salida nos tomamos unos cocos, pero
no cocolocos, que esos los dejamos para mañana. Será lo primero que pidamos al
llegar al hotel.
Para terminar el día, damos una vuelta por Tulum pueblo,
cenita, final de un partido de baloncesto local y a descansar. Para ser el
último día de ver ruinas, nos lo hemos ganado.
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