Valladolid es una ciudad pequeñita bastante cercana a
Chichén Itzá. Imaginamos que por esta razón la mayoría de turistas hacen sólo una
pequeña parada en su ruta sin llegar a dedicar tiempo en ella. A nosotros
nos viene muy bien para tomarnos un pequeño descanso (algo casual, eso es
cierto) y ver unas algunas cosas que nos interesaban. Eso sí, a nosotros nos ha gustado bastante.
Nuestro primer punto de visita en Valladolid es Ek-Balam,
unas pequeñas ruinas mayas, en las que destaca fundamentalmente una serie de
esculturas que forman parte de su impresionante acrópolis.
Madrugamos para hacer la visita, pero a pesar de ello, no
conseguimos evitar el calor que se hace más insoportable conforme avanza la
visita. Pero hoy no nos preocupa. ¿Por qué? Porque otra de las razones que hace
que nos quedemos en Valladolid, son sus cenotes. Y casualmente, junto a Ek
Balam, está el cenote X-canché, al que se accede por una empinadísima escalera,
que lo hace muy espectacular. Nada más visitar las ruinas, aprovechamos para
darnos un baño y refrescarnos.
Tras el baño, ya un poco menos sofocados, volvemos a
Valladolid, comemos algo en el restaurante que hay frente al hotel y buscamos
otro colectivo (en este caso son taxis compartidos) para ir a los cenotes
X´Keken y Samulá, que se encuentran en Dzitnup, una pequeña localidad a unos 15
minutos en coche de Valladolid.
Nos sorprenden bastante, ya que son cenotes prácticamente
cerrados y en X´keken hay un grupo de estalactitas y estalagmitas que lo hacen
muy espectacular. La verdad es que los cenotes nos está ganando el corazón.
Cierran a las cinco, así que taxi de vuelta al hotel, bañito
en la pisicina, visita a la tequilería “Los 3 Toños”, al museo del cacao (ambos
con degustación incluida), paseo por la calzada de los frailes, en la que hoy
no sabemos porque hay diferentes actuaciones musicales, cenita en “nuestro”
restaurante y a descansar, que mañana nos vamos a Cancún.
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