Segundo día consecutivo de madrugón en Palenque, lo que
unido a los anteriores hacen ya… Mejor no se cuentan que estamos de vacaciones.
No llueve, no. Diluvia. Aprovechamos para robarle media
horita más de sueño al día y así hacemos tiempo a que pare la lluvia.
Hacemos las mochilas y las dejamos en recepción. De camino
al cruce del Panchán con la carretera, desayunamos (zumo y batidos, comprados
en un súper, por supuesto) y justo al llegar conseguimos montar en un colectivo
que nos lleva hasta las taquillas de las ruinas de Palenque. Sacamos los
boletos y nos disponemos a explorar por nuestra cuenta las ruinas.
El acceso se realiza por un camino bien señalizado,
ligeramente parecido a Yaxchilán, pero
mucho más accesible. Al terminarlo, comienzan a verse los diferentes edificios
del complejo, entre los que destacan el templo de las inscripciones y el
palacio, reconocible por su torre.
Después seguimos el recorrido marcado para ver el resto de
grupos de edificios. A pesar de que alguno de ellos tiene los escalones de acceso
algo resbaladizos debido a la lluvia, no dejamos de subir a ninguno. La verdad
es que aunque sólo sea por las vistas, merece la pena.
La visita nos lleva algo más tiempo del previsto, así que
nada más terminarla paramos un taxi, que por cierto ya llevaba a un pasajero y
le decimos que nos acerque al Panchán. Son apenas dos kilómetros, pero el calor
y la prisa lo hacen muy necesario.
Llegamos a tiempo de contratar la excursión a Misol-Ha y Aguas
azules. Vamos a intercalar un poco de naturaleza en el viaje…
Primero vamos a Misol- Ha, unas cascadas de aproximadamente
35 m. Recorremos el camino hasta el final y pagamos para ver unas cascadas
ocultas dentro de una cueva. La verdad que tampoco merece mucho la pena
meterse, pero ya que estamos. Es posible bañarse, pero como después vamos a
Aguas Azules, nos reservamos.
Una hora más de furgoneta y llegamos a las cataratas de Agua
Azul. Pero, nuestro plan está en peligro, ya que vuelve a llover bastante.
Esperamos a que pare un poco y nos ponemos en marcha por el sendero, sin mucha
esperanza de poder bañarnos. Nos sorprende el azul del agua y la caída de las
cascadas.
La verdad es que merece la pena verlo. Damos un paseo río arriba
hasta terminar el camino y como ha mejorado el tiempo, volvemos a la furgoneta
y nos bañamos. Eso sí, el agua… un poco fresquita.
De vuelta a Palenque, cenamos y vamos a la estación de buses
para ir a Mérida. El día ha sido largo pero muy completo y entrtetenido. La
ciudad nos despide como empezamos el día, lloviendo.
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