Cuando pienso en un tren, inevitablemente imagino una
locomotora encabezando una ordenada e interminable hilera de vagones. Bien,
desde hoy esa imagen nunca más vendrá a mi cabeza. Tal vez por falta de volumen
de personas a transportar, o quizá porque la apertura del monopolio que
PerúRail mantenía sobre la línea de Aguas Calientes no lo permite. El caso es
que viajamos a Ollantaytambo en un vagón-máquina, con capacidad para unas
cincuenta personas, conductor y tripulación a parte. Algo curioso.
Nuestro tren a Ollantaytambo |
El trayecto se demora un poquito debido a que al ser un
recorrido de una sola vía, nuestro tren espera en un par de apeaderos a que
lleguen los de la competencia.
Finalmente a las diez y unos minutos de la mañana llegamos a
Ollantaytambo. Hacía calor y había bastantes
mosquitos en los apenas 500 metros que separan la estación de tren de la
entrada a las ruinas.
Las ruinas no son tan grandes como las de Pisac, pero si dan
idea de la fortaleza que pudo llegar a ser en su época. Tocó subir unas cuantas
escaleras, y la verdad es que el esfuerzo de ayer nos pasa factura. Nuestro
ritmo es bastante cansino, pero prisa no tenemos.
Vistas desde la parte alta de las ruinas |
Acceso a muralla |
Terrazas y baños |
Terminada la visita a la parte de la fortaleza recorremos la
parte de los templos, en los que se puede ver cómo los incas esculpían
escalones directamente en la roca. Después la zona de los baños y con ello
cerramos el recorrido.
Nos dirigimos a la plaza mayor y por 1.5 soles cada uno,
tomamos una combi hasta Urubamba. Llegamos en apenas 20 minutos. La idea
inicial era desde ahí visitar Salinas, Moray y Chinchero, pero estamos
demasiado cansados así que mejor cogemos otra combi (esta vez por 6 soles) y
directos a Cuzco.
Tras comer, volvemos a nuestro hotel. Descansamos y dedicamos
la tarde a ver alguno de los museos que incluye el boleto turístico, y que
todavía teníamos pendientes.
Casa de Garcilaso de la Vega |
El jueves lo dedicamos a pasear tranquilamente por Cuzco,
visitando alguno de los puntos de interés que nos quedaban pendientes. Así por
la mañana hacemos una pequeña ruta que tras pasar por diferentes iglesias,
calles y mercados, nos lleva a Qoricancha. Un templo cuyas paredes, antes de
ser saqueadas estaban forradas con láminas de oro macizo. Hoy en día, sus
ruinas, forman parte del convento e iglesia colonial de Santo Domingo.
A mediodía hemos preguntado en la oficina de turismo y para
que no nos dieran rata por cuy, hemos ido a comer a la cuzqueñita. Un
restaurante local muy grande y con enorme variedad de platos. ¿Adivináis cual
ha sido nuestra elección?
Cuy |
Después mercado artesanal, barrio de San Blas, piedra de los
doce ángulos y cuzqueña y jugo de papaya desde una terraza de la plaza de armas
para despedirnos de Cuzco.
Mañana volamos a Iquitos. Intentaremos manteneros informados.
1 comentario:
Al final cayó el cuy eh!? Reconozco que no os había leído mucho hasta hoy mismo, pero a parte de que me alegro de que esteis disfrutando del viaje (por supuesto:) me gusta cómo lo escribís.
Un abrazo enorme
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