jueves, 22 de agosto de 2013

18 Agosto - Pisac

Tras pasar una mala noche pensado en si nos iba a dar tiempo o no a llegar a Aguas Calientes caminando desde hidroeléctrica sin que se nos hiciese de noche, nada más desayunar vamos a las oficinas de PeruRail. Afortunadamente todavía hay asientos en un par de trenes para el 19 de agosto, así que compramos nuestros billetes y ponemos fin a nuestro espíritu aventurero y con él, a todos nuestros nervios. Volvemos a disfrutar de nuestro viaje.
Dedicamos la mañana a visitar Pisac. Al que llegamos tras un placentero viaje en pie dentro de un minibús típico de la zona. Algo menos de una horita de curvas, traquetreo y dejada y recogida de pasajeros en cualquier inverosímil punto de la carretera.
Nuestro transporte

 Llegamos a Pisac y el mini bus nos deja en el cruce de la carretera, en la entrada del pueblo. Allí nos juntamos con tres franceses (una pareja y un chaval casado con una cuzqueña) con los que compartimos taxi para llegar a las ruinas y evitar así las dos horas de subida a pie. Con el taxi generamos la imagen graciosa del día: el chofer había dejado las luces encendidas y tenemos que empujarle para conseguir arrancarlo. En fin…

Pisac es una ciudadela inca que se extiende a lo largo de varios montes, desde la que se tienen vistas de sus impresionantes terrazas de cultivo y de las tumbas incas, hechas en las paredes de las propias montañas de alrededor de la ciudadela.
Tumbas




Terrazas


Recorremos toda la ciudadela, pasando por diferentes áreas: zonas de casas, puestos de vigilancia, pero lo más impresionante está en la parte media del recorrido dónde se encuentra la zona del templo. Aquí aprovechamos para hacer una parada para comer y descansar un poquito. Después una bajada por encima de las terrazas hasta llegar a las calles de Pisac pueblo.

Es domingo, y si por algo se conoce a este lugar, además de por sus ruinas es por su mercado dominical. Su plaza y sus calles de alrededor se llenan de los colores de sus telas, joyas, instrumentos musicales y recuerdos en general y de los olores de sus frutas. Es digno de ver.



Lo visitamos, reponemos fuerzas y como nos han dicho que los domingos los transportes escasean, vamos a la estación de colectivos. Tras diez minutos de espera, llega una combi que lleva a Cuzco por 7 soles, sabemos que es caro, pero preferimos cogerla. Compartimos asientos con una alemana, desoxidamos el inglés y en cosa de media hora estamos en Cuzco.

Para celebrar la tranquilidad de saber que mañana estaremos en Aguas Calientes, nos vamos a cenar al ChiCha. Un restaurante muy famoso de Cuzco y en el que siempre hay que reservar. Nosotros, gracias a que alguien no se presentó a su reserva, tuvimos sitio. El restaurante nos lo había recomendado Paula, una amiga de Elba, y nos había dicho que era cocina de diseño. Y lo era. Pero las cantidades eran típicas peruanas, así que nos pasamos con la cena. Eso sí, estaba riquísima.
Restaurante Chi Cha

Cochinillo

Rocoto relleno

Olla con tres carnes y papas

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