Tras pasar una mala noche pensado en si nos iba a dar tiempo
o no a llegar a Aguas Calientes caminando desde hidroeléctrica sin que se nos
hiciese de noche, nada más desayunar vamos a las oficinas de PeruRail.
Afortunadamente todavía hay asientos en un par de trenes para el 19 de agosto,
así que compramos nuestros billetes y ponemos fin a nuestro espíritu aventurero
y con él, a todos nuestros nervios. Volvemos a disfrutar de nuestro viaje.
Dedicamos la mañana a visitar Pisac. Al que llegamos tras un
placentero viaje en pie dentro de un minibús típico de la zona. Algo menos de
una horita de curvas, traquetreo y dejada y recogida de pasajeros en cualquier
inverosímil punto de la carretera.
Nuestro transporte |
Llegamos a Pisac y el mini bus nos deja en
el cruce de la carretera, en la entrada del pueblo. Allí nos juntamos con tres
franceses (una pareja y un chaval casado con una cuzqueña) con los que
compartimos taxi para llegar a las ruinas y evitar así las dos horas de subida
a pie. Con el taxi generamos la imagen graciosa del día: el chofer había dejado
las luces encendidas y tenemos que empujarle para conseguir arrancarlo. En fin…
Pisac es una ciudadela inca que se extiende a lo largo de
varios montes, desde la que se tienen vistas de sus impresionantes terrazas de
cultivo y de las tumbas incas, hechas en las paredes de las propias montañas de
alrededor de la ciudadela.
Tumbas |
Terrazas |
Recorremos toda la ciudadela, pasando por diferentes áreas:
zonas de casas, puestos de vigilancia, pero lo más impresionante está en la
parte media del recorrido dónde se encuentra la zona del templo. Aquí
aprovechamos para hacer una parada para comer y descansar un poquito. Después
una bajada por encima de las terrazas hasta llegar a las calles de Pisac
pueblo.
Es domingo, y si por algo se conoce a este lugar, además de
por sus ruinas es por su mercado dominical. Su plaza y sus calles de alrededor
se llenan de los colores de sus telas, joyas, instrumentos musicales y
recuerdos en general y de los olores de sus frutas. Es digno de ver.
Lo visitamos, reponemos fuerzas y como nos han dicho que los
domingos los transportes escasean, vamos a la estación de colectivos. Tras diez
minutos de espera, llega una combi que lleva a Cuzco por 7 soles, sabemos que
es caro, pero preferimos cogerla. Compartimos asientos con una alemana,
desoxidamos el inglés y en cosa de media hora estamos en Cuzco.
Para celebrar la tranquilidad de saber que mañana estaremos
en Aguas Calientes, nos vamos a cenar al ChiCha. Un restaurante muy famoso de
Cuzco y en el que siempre hay que reservar. Nosotros, gracias a que alguien no
se presentó a su reserva, tuvimos sitio. El restaurante nos lo había recomendado
Paula, una amiga de Elba, y nos había dicho que era cocina de diseño. Y lo era.
Pero las cantidades eran típicas peruanas, así que nos pasamos con la cena. Eso
sí, estaba riquísima.
Restaurante Chi Cha |
Cochinillo |
Rocoto relleno |
Olla con tres carnes y papas |
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