jueves, 22 de agosto de 2013

16 Agosto - De Puno a Cuzco

En casi todos los pueblos por los que pasa el autobús de Puno a Cuzco, hay una cancha de futbol sala y baloncesto, o incluso campos de futbol 5 con hierba artificial. No entiendo cómo no destacan más en el deporte de pegar patadas a un balón.
Viajamos con Inka Express. El billete cuesta 35$ e incluye comida, tés, cafés y refrescos. El bus para en cinco puntos del recorrido: Pucará “ciudad roja” con visita a su museo, Abra la Raya (parte final del altiplano y comienzo del valle de Cuzco), el restaurante buffet, el complejo inca Raqchi y en Andahuaylillas, la denominada Capilla Sixtina de Latinoamérica. Sin duda la más interesante, por lo menos para nosotros, la ciudad inca de Raqchi. Aunque la comida en el buffet libre a la vez que otros cuatro autobuses de turistas ansiosos por probar la gastronomía local, “tampoco está nada mal”. Con esto volvemos a comprobar que los viajes organizados no son para nosotros. Aunque en esta ocasión era la única forma de visitar estos lugares.
Toros típicos de Pucará,
 uno con el símbolo de Pachamamá (espiral)
y el otro con el de Pachatatá
(una "serpentina" con 7 esquinas)

Mirador de Abra la Raya
"Capilla Sixtina" de Andahuaylillas

Raqchi

Raqchi
Por si con tanta paradita, no se nos había hecho largo el viaje, tras la comida, el trayecto fue amenizado con un par de cortes de carretera provocados por una huelga del transporte contra la subida de los carburantes. Treinta minutitos de nada y asunto arreglado, pero resultó curioso.

Corte de carretera
Después de las casi 10 horas de viaje, llegamos a la terminal de Inka Express. Una vez allí todo parecía fácil: taxi y a la Plaza de Armas. Bien, pues en ese momento, comienza el espectáculo. Nos ofrecen un taxi por 12 soles para ir, pero lo rechazamos, puesto que el guía nos ha dicho que entre 6 y 8 soles máximo. Subimos hasta la siguiente intersección para coger un taxi ya que según el guía se pueden coger con toda confianza y de forma muy fácil. Bien, después de 20 minutos volvíamos a la terminal de Inka Express para que nos llamen un taxi ya que hemos sido incapaces de hacerlo. ¡Qué majo el guía!
En la terminal, el señor de la oficina, después de llamar a la compañía de taxis y no poder contactar,  se ofrece para llevarnos a Plaza de Armas. Todavía estamos dándole las gracias.
Una vez allí nuestra elección de hostal resulta estar en lo alto de una calle, así que con las mochilas nos dirigimos a él, huyendo de un carnaval infantil que nos perseguía. Al llegar no había habitaciones, así que tuvimos que seguir nuestra búsqueda. Por fin un par de intentos después, nos alojamos. El hotel es una especie de casona colonial con un gran patio interior, bastante majo.


Después de alojarnos, vamos a comprar los billetes para volver de Aguas Calientes después de ver Machu Picchu. Comienzan los nervios, el día se acerca. ¡Qué ganas!

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