Seguimos dirección sur. Hoy viajamos a Ica desde Pisco cogiendo un bus de la única compañía que vimos que salía del mismo pueblo, para así evitar el tener que salir en taxi hasta el cruce de la panamericana. Pese al aspecto exterior del autobús, fuimos todo el camino muy bien protegidos, todo incluido en los 5 soles que costó cada billete.
Ica era un punto de paso camino a Nazca. Además, nuestra intención inicial es ir a Huacachina, un oasis entre altas dunas que se encuentra apenas a 4-5 km de Ica. Por este motivo, dejamos las mochilas en la consigna de la estación de autobuses y comenzamos a pasear por la ciudad buscando un sitio donde tomar algo.
Reponemos fuerzas en una cafetería-pastelería de la plaza de armas y recorremos alguna de sus calles, las cuales todo sea dicho, no tienen especial atractivo. Aun así, vemos un par de iglesias, o en el caso de la catedral, lo que queda de ella, ya que se encuentra parcialmente derruida debido a los terremotos que han afectado a la ciudad. Después y puesto que todavía era pronto visitamos el museo de la ciudad, que tiene una buena exposición de piezas relacionadas con la cultura paracas.
Tras el museo, y puesto que mucho hambre no teníamos probamos la bebida nacional de Perú..., la IncaKola. Después en taxi a Huacachina.
Huacachina es un pequeño oasis, rodeado de hoteles, hostales, restaurantes y agencias de turismo, que mucho descanso no ofrece, pero sin embargo tiene el atractivo de estar en medio del desierto y a muy pocos minutos de la ciudad.
Para aprovechar la tarde, una vez instalados, nos embarcamos en un paseo en "tubular" (un buggie con hasta 10 plazas) subiendo y bajando dunas, con opción a sandboard (deslizarse por tablas tipo surf, pero por las dunas). Nos ponemos en los asientos junto al conductor. En cuanto supo a lo que íbamos a Elba se le cambió la cara. Pese a todo lo disfrutó.
Después de quitarnos toda la arena, cenita y a descansar, que mañana toca un viaje un poquito más largo.
Ica era un punto de paso camino a Nazca. Además, nuestra intención inicial es ir a Huacachina, un oasis entre altas dunas que se encuentra apenas a 4-5 km de Ica. Por este motivo, dejamos las mochilas en la consigna de la estación de autobuses y comenzamos a pasear por la ciudad buscando un sitio donde tomar algo.
Reponemos fuerzas en una cafetería-pastelería de la plaza de armas y recorremos alguna de sus calles, las cuales todo sea dicho, no tienen especial atractivo. Aun así, vemos un par de iglesias, o en el caso de la catedral, lo que queda de ella, ya que se encuentra parcialmente derruida debido a los terremotos que han afectado a la ciudad. Después y puesto que todavía era pronto visitamos el museo de la ciudad, que tiene una buena exposición de piezas relacionadas con la cultura paracas.
Tras el museo, y puesto que mucho hambre no teníamos probamos la bebida nacional de Perú..., la IncaKola. Después en taxi a Huacachina.
Huacachina es un pequeño oasis, rodeado de hoteles, hostales, restaurantes y agencias de turismo, que mucho descanso no ofrece, pero sin embargo tiene el atractivo de estar en medio del desierto y a muy pocos minutos de la ciudad.
Para aprovechar la tarde, una vez instalados, nos embarcamos en un paseo en "tubular" (un buggie con hasta 10 plazas) subiendo y bajando dunas, con opción a sandboard (deslizarse por tablas tipo surf, pero por las dunas). Nos ponemos en los asientos junto al conductor. En cuanto supo a lo que íbamos a Elba se le cambió la cara. Pese a todo lo disfrutó.
Después de quitarnos toda la arena, cenita y a descansar, que mañana toca un viaje un poquito más largo.
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