Camino a Mundgod
martes, 28 de julio de 2015
martes, 26 de agosto de 2014
24-25 Agosto Despedida Playa del Carmen- Vuelta a casa.
A pesar de lo bonito que se ve el
mar, conforme avanza la mañana una franja marrón gana terreno al color azul
turquesa del agua y hace que la parte “practicable” para el nado no sea muy
atractiva. Tanta gente y motos, es lo que tiene.
Por eso, el último día a las ocho
y media de la mañana estamos en el mar, con nuestras gafas de snorkel puestas,
listos para poder ver que es lo que se mueve entre nuestros pies.
Pese a que se ha ido defendiendo
durante el viaje con los deportes acuáticos, hoy no es el día de Paco, que tras
varios tragos de agua, tiras las gafas a tomar viento, y se retira de la batida
acuática, eligiendo quedarse tirado en la orilla del mar. Elba continúa. Su
persistencia tiene premio, ya que consigue ver un montón de peces de los que
nadaban por ahí.
Paco va a la sesión de
estiramientos de la tercera edad. Terminamos con un poco de piscina y a
recoger. Se acaban las vacaciones.
La vuelta es un poco movida con algunas turbulencias, pero mejor que la ida. No sabemos por qué pero nos colocan en primera clase. Aunque nada que ver con la de otras compañías. Supone no tener que pagar bebida ni auriculares y comida un poco más rica.
El resumen de estos tres días
sería: Ha estado bien, ya que necesitábamos un poco de descanso. No hemos
pasado ningún día completo en el hotel, por lo que tampoco se ha hecho muy
aburrido, ya que puedes hacer bastantes actividades. Pero no creemos que
sirvamos para este tipo de turismo. Para un descanso, está bien. Para conocer
lugares,… Imposible. Definitivamente, nos encanta nuestra forma de viajar.
Nos llevamos una muy buena
sensación de México. Comida buenísima, lugares espectaculares, gente muy
agradable, ninguna sensación de inseguridad, y un montón de experiencias y lugares
para guardar en nuestra memoria. Bueno,
y una excelente estancia en DF ;)
Gracias a todos por habernos
seguido durante estos días. Esperamos haberos hecho llegar un poquito de
nuestro viaje allí donde estéis. ¿Siguiente parada…? Habrá que esperar un año. Seguiremos
buscando el “Cocoloco” en otros lares. Nos vemos por los bares…
23 Agosto. Playa del Carmen Pueblo
Hemos descubierto dos de las
grandes enfermedades que azotan la Riviera Maya… La primera es que este lugar
te atrapa: nada que hacer mas que comer, beber y descansar. La segunda la hemos
bautizado como síndrome de los culos que se comen los bikinis (y en ocasiones
hasta bañadores), no siempre con la misma fortuna respecto al resultado, por
cierto.
Paco se levanta temprano para ir
a correr. A su vuelta, desayunamos y vamos a la piscina. Elba se anima a hacer
aquagym y después un poco de playa. Comemos y nos damos una ducha para ir a
Playa del Carmen pueblo.
No timan 70 pesos por sólo salir
del complejo, ya que la calle principal (llamada Quinta Avenida) está justo en
una de las salidas del complejo.
¿Qué decir de ese sitio? Pues un
Salou en el Caribe. Lleno de tiendas, grandes almacenes para gringos. De hecho
los precios están en dólares… Encontramos una plaza agradable, paseamos un poco
por la playa, presenciamos dos bodas y volvemos al hotel. Esta vez caminando,
un rato por la calle y otro por la playa, ahora que está bastante tranquila.
Hoy para cenar, Mexicano. Por
supuesto tequilita para conciliar el sueño, y a preparar la mochila, ya que
desafortunadamente, mañana es nuestro último día de viaje.
22 Agosto. Nadando con delfines- Playa del Carmen
Nos levantaos temprano para
desayunar y cumplir uno de los sueños de Elba, nadar con delfines. Nos viene a
buscar una van en la que viajamos solos. El conductor aprovecha para darnos un
sermón que ni en misa.
Por fin llegamos, nos colocan
nuestras pulseritas para el nado y nos da tiempo de dar una vuelta por la
playa. De nuevo una de esas en las que el mar azul está nada más entrar en ella.
¡Preciosa!
Llega el momento, después de unas
fotos y una pequeña explicación nos metemos al agua con Eli e Hidalgo, nuestros
delfines.
Comenzamos tocándolos, Elba es la primera en dar el beso al delfín,… ¡Es increíble!
Paco se sorprende de la experiencia, también le está encantando. Hacemos el abrazo,
el foot push,
el nado dorsal,
el baile,
la sonrisa,…
Comenzamos tocándolos, Elba es la primera en dar el beso al delfín,… ¡Es increíble!
Paco se sorprende de la experiencia, también le está encantando. Hacemos el abrazo,
el foot push,
el nado dorsal,
el baile,
la sonrisa,…
La hora pasa
sin darnos cuenta, tocamos un montón de veces a ambos delfines… Elba está
emocionadísima. Hasta dirige a los delfines para hacer un ejercicio.
Para terminar pregunta si podemos hacernos una foto juntos con los delfines y como ya se ha ido todo el mundo, al principio nos ponen pegas, pero al comentar que vamos a comprar el cd de fotos, la cosa cambia. Nos volvemos a meter en la piscina y conocemos a otros dos delfines. La broma son más de 100 euros, pero ¿quién no va a querer las fotos de una experiencia así?
Para terminar pregunta si podemos hacernos una foto juntos con los delfines y como ya se ha ido todo el mundo, al principio nos ponen pegas, pero al comentar que vamos a comprar el cd de fotos, la cosa cambia. Nos volvemos a meter en la piscina y conocemos a otros dos delfines. La broma son más de 100 euros, pero ¿quién no va a querer las fotos de una experiencia así?
La tarde la volvemos a pasar en
la playa descansando un rato y realizando alguna de las actividades que propone
el hotel. Paco se anima con un partido de futbol playa y Elba a una calurosa
sesión de zumba.
Para cenar toca restaurante
Steak, de “carnazas”, tequila y a dormir… Ya nos queda poco para poder
disfrutar de este lujo. Eso sí estamos hartos de comer y beber… No porque nos
hayamos pillado ningún pedo, pero menudo hinchazón.
21 Agosto. Playa del Carmen
Comienza el último tramo de
nuestras vacaciones de este año. Estamos bastante expectantes al respecto. Por
primera vez en nuestros viajes vamos a ir a un "todo incluido". Sí,
sí... Que sí. Un hotelito de esos con pulsera en el que puedes elegir entre
varios restaurantes, beber todo lo que te apetezca, y estar el día entero
tirado a la bartola sin mucho que hacer.
Pero antes de eso, un desayuno en
Tulum, un último paseo por sus calles y un colectivo que nos lleva hasta el
desvío de Playacar.
Nuestro hotel es el Riu Yucatán,
y casualmente todos los hoteles de esta cadena en Playa del Carmen, están en
este complejo residencial, lo cual sólo significa una cosa: nos va a tocar
andar con las mochilas... Casi unos tres kilómetros. Por suerte Elena iba a
buscar en su coche a su cuñada al Riu México y tuvo la amabilidad de montarnos en la entrada del complejo, llevarnos hasta la puerta del hotel y ahorrarnos la
caminata. Mil gracias.
El hotel no nos decepciona. Es
tal cual en las fotos. Es decir, reformado en estilo modernete y a primera
vista bastante chulo.
Vamos a hacer el check-in,
dejamos las mochilas en el hall (no hay riesgo de que se las lleven por error,
ya que son las únicas, el resto todo maletones), nos tomamos el cóctel de
bienvenida y mientras esperamos vamos a tomar nuestro cocoloco... A pesar de
los que se comenta por Zaragoza, aquí no hay, sólo piña colada entre otros
muchos cócteles, claro. Así que nos estrenamos con un Margarita. Damos una
vuelta, comemos y esperamos un rato, un buen rato, hasta que nos dejan
preparada la habitación y podemos instalarnos.
La habitación también está bien,
nos instalamos y nos damos un buen susto… Mientras Elba abría la puerta del
armario, ésta se vence y cae encima del mueble del lavabo rompiéndose el
cristal. No os preocupéis, por suerte no pasó nada, Elba escapó sin ningún
rasguño. Llamamos a recepción, nos lo limpian y pedimos que nos quiten la otra
puerta corredera y que no las pongan hasta que nos vayamos. ¡Menudo susto!
Ya con el bañador, nos vamos a la
playa, probamos la piscina- barra y descansamos.
jueves, 21 de agosto de 2014
20 Agosto. Tulum- Cobá
Siete de la mañana suena el despertador… Desayunamos unos
huevos mexicanos y otros rancheros, con un par de capuchinos y nos ponemos en
marcha. El taxi ya nos espera en la puerta de nuestro hotel.
Nuestra idea era visitar Tulum a primera hora, y después ir
en barca para ver las vistas desde el mar y hacer un poco de snorkel sobre el
arrecife de coral. Sin embargo, al hablar con el taxista, decidimos cambiar el
orden y hacer primero el recorrido en barco.
Tras una pequeña espera para que abriese el chiringuito de
las barcas, nos ponemos en marcha. Ninguna otra barca por el mar, y apenas
media docena de personas dejándose ver por la playa. Nos acercan a las ruinas
que vistas desde el mar resultan si cabe, más espectaculares y después… Al agua
patos.
Pese a la primera mala experiencia de Paco en alta mar, se
anima a hacer un segundo intento, llamadlo cabezonería, afán de superación o
falta de talento… El caso es que esta vez, los dos disfrutamos muchísimo viendo
corales, y peces. ¡La experiencia es genial! Aunque hoy es Elba la que al final
se marea un poco…
Una vez en tierra llegamos a las ruinas. Desafortunadamente,
pese a lo espectaculares que son, al ser bastante pequeñas, comparadas con
otras que hemos visto, es imposible no coincidir con cientos de turistas, de
estos como nosotros, pero más pesados…
Hacemos un recorrido bastante completo, eso sí, a nuestro
aire, y volvemos al taxi.
Paramos en el Oxxo para comprar un poco de agua y algo de
comer, y al cabo de menos de una hora
llegamos a Cobá.
Hace mucho calor, sin embargo y por suerte, todos los
accesos a las ruinas en Cobá, están cubiertos de vegetación, por lo que el
paseo entre unas y otras resulta bastante llevadero. Lo que hace diferente a
Cobá de otros grupos de ruinas, es: uno, que no está excesivamente restaurada y
eso le da un toque menos artificial; y dos, que se puede ascender a su pirámide
principal de más de 40 metros de alto, y que se levanta por encima de toda la vegetación
de la zona, dejando ver alguna de las otras ruinas y la laguna de Cobá.
Terminamos bastante cansados y acalorados, así que ¿qué es
lo mejor que podemos hacer? Sí, habéis acertado. Terminar la tarde en un
cenote. Esta vez el Tankach- Ha. Y como no, diferente a los anteriores. La
única abertura es el acceso al mismo, por lo que estamos metidos en una “cueva”
con estalactitas y agua, mucha agua.
A la salida nos tomamos unos cocos, pero
no cocolocos, que esos los dejamos para mañana. Será lo primero que pidamos al
llegar al hotel.
Para terminar el día, damos una vuelta por Tulum pueblo,
cenita, final de un partido de baloncesto local y a descansar. Para ser el
último día de ver ruinas, nos lo hemos ganado.
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